LA INCLUSIÓN FRENTE A
LA DESIGUALDAD DE GÉNERO.
Se evidencia, como la falta de inversión en este sector hace
que no se remunere el trabajo y si se remunera, es a costa de peores
condiciones y retribuciones. De esta manera se produce una devaluación de los
cuidados y servicios que prestan.
El estado debería invertir más en el sector sanitario y
asistencial para que las mujeres tengan mejores condiciones laborales,
salariales y de calidad.
Tradicionalmente, el cuidado se relaciona a la mujer, ya que
desde que somos pequeñas nos inculcan que debemos tener determinados rasgos
propios de nuestro género (la mujer es sensible, empática, se da al otro…), rasgos,
que son inventados.
Para poder llevar a cabo una educación fundamentada en
igualdad y desde el origen, se debe realizar una crianza libre de estereotipos
tanto en la casa, por ejemplo, dando a los niños responsabilidades y tareas del
hogar sin hacer diferencias por ser niña o niño como en el colegio, no
diferenciando en juegos por sexos, entre otras cosas.
Pasar de una frase que se dice despectivamente a un niño
“lloras como una niña” a que se reconozca que los hombres tienen sentimientos y
no se asocie con la debilidad. Eso les hará ser hombres mejores y más seguros
el día de mañana.
Para eso, los diferentes agentes sociales tienen que poner
en marcha diferentes estrategias para que vivamos en una sociedad inclusiva y
de no discriminación.
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